lunes, diciembre 21

De querer cerrar el blog.

No es broma. No es crisis existencial. No es malcriadez. 

Me he sentado a intentar escribir algo, tal como lo hacia en los viejos tiempos, cuando pensaba en alguna idea y la desarrollaba con fluidez. Todo encajaba, todo tenia sentido. Ya no.

Quizás es el hecho de que he cambiado. Ya no soy la misma persona de hace mas o menos dos años. Tampoco es que tenga una idea precisa de quien soy ahora. Solo se que ascendí a residente de segundo año de pediatría... y todavía no busco mis papeles de culminación del año rural. Si, eso es una preocupación en mi vida. Ambas cosas. También se que sigue sin gustarme el chocolate, las arañas ni el exceso de sol. Sigue gustandome ver películas y leer libros, aunque ya no tengo la paciencia suficiente para hacerlo a un ritmo normal, tampoco tengo una agenda que me lo permita.

Este año me he enamorado y quisiera hablar de eso, quisiera redactar interminables entradas donde pueda decirle al mundo que me he enamorado de quien menos lo pensé, que he llegado a querer al punto de -al mejor estilo The One de Shakira- vencer mi miedo a la cocina e intentar cocinar algo que valga la pena. De, en cualquier ámbito, ser alguien que merezca el brazo del cual se aferra. Porque vaya que quiero ese brazo blanco y con una atopia que cierto doctor usa de excusa para meter mano. En fin, hablarles de el y de todo lo que significa en mi vida.

También quisiera poder dejar salir alguna de mis penas. Que no importa cuanto tiempo pase, yo no acepto el hecho de que mi papá se murió. De que sigo sin reconciliarme no sé si con la vida, con los dioses, con el destino... y eso no es saludable en absoluto. No se como superar la frustración, el dolor y el rencor. Si, quizás se ha aplacado, pero aun se siente.

Quisiera relatar las muchas aventuras que vivi este año, la felicidad de mi trabajo -cuando obvias a ciertas basuras de especialistas, si, dije basuras a uno que otro especialista- y la satisfacción de enorgullecer a la gente correcta. De todas las veces que repetido la canción "creo en mi" y aunque aun no creo en mi, sigo nadando hasta llegar. Porque a mi no me van a joder esta cuerda de psicopatas, lo siento pero no. Yo sobrevuelo las granadas y sigo adelante por los sueños que aun nos quedan. Si, usé dos frases cursi de dos canciones latinas, porque últimamente también soy un poquito: tu envidia me fortalece, bendecida y afortunada, blindada por los arcangeles. Eh, no.

Escucho más música en español. No, no siento orgullo latino de las bazofias musicales que de esta tierra ha nacido. Igual la escucho, porque vivo para complacerme, satisfacer mis necesidades y bueno, no ser tan desubicada cuando mi novio canta alguna canción. Porque... a quien quiero engañar, debo aceptarme y quererme tal cual soy, es decir:  le gusta lo kinky lo nasty aunque sea facil se pone cranky si lo hago romantic, le gusta el sexo en exceso y en el proceso me pide un beso que alguien por los clavos de cristo me explique que es "cranky", gracias.

Me preocupa no saber bailar y me estoy esforzando. Por los menos ahorita estoy escuchando a Wilfrido Vargas y el jardinero, me encanta esa canción loca. Por favor, cuando consigan a Angela le mandan saludos de... ¿Femar? será... NO SE COMO TE ATREVES A DECIRME A MI QUE NO TIEMBLAS CUANDO YO TE HABLO ASÍ SI CUANDO LAS MUJERES CUANDO DAN AMOR SE SONROJAN RIEN Y HACEN UN SHOW... que canción tal malditamente perfecta en la vida, Y en neonatal me gusta cantar SOY UN BEBÉ SALSEROOOOO, por supuesto que la voy a poner a continuación en youtube. Bailar es importante para mi, porque me gusta bailar, porque a mi novio le gusta bailar, porque ya estoy cansada de sentarme en la silla y ya. Gracias a mi Felito querido que invirtio paciencia y tiempo para mas o menos hacerme llevar el ritmo del merengue, ¿quien me enseñará salsa ahora?

Ahora me dio por ser cardiologo. Solo quería decirlo. También quiero decirles que ya estoy viendo el video del bebé salsero. Mamá, que el bebé salsero me invitó a su casa. De verdad, NO estoy drogada hoy, tampoco borracha. El otro dia un tipo en una fiesta se acerca a mi y me dice: te iba a invitar a bailar esta canción pero ya se terminó, a la próxima te saco. Momento incomodo de la noche, por supuesto, pero claro no puedo culparlo, mi vestido me hacia ver adorablemente sexy. Gracias a mi novio por eso, por cierto. Si, me gusta decir "mi novio", suena bonito y reconfortante.

No quiero cerrar este blog, amo escribir, quisiera escribir un libro o que me dieran un pedacito en algún periódico, así comenzó Carrie. Si vale, Sex and The City será objeto de culto y referencia por siempre en mi vida. Pero ya no escribo como antes, ni tengo el tiempo para hacerlo. ¿Juan Luis Guerra es merengue o salsa? Preguntar eso debe ser desesperanzador tomando en cuenta que estoy intentando identificar ritmos y poder lograr bailar.

Esto debe ser el peor post de la historia de los post. Esto no tiene edición ni corrección. Pura taquilalia y ¿taquigrafia? ¿Cómo es posible que una canción tan maravillosa como Las Avispas tenga un video tan horroroso? Este año me encantó andar por los cielos, definase como usar tacones. Es que inmunologicamente yo nací para ser alta. Estoy en ese punto de mi vida en el que quiero esforzarme en ser muy agradable a la vision.

Me estoy esforzando en tantas cosas, como por ejemplo no ser una loca. Ahí voy...

Por un momento no encontré mi iPod. Ya pasó la crisis. Necesito urgentemente un disco duro externo y quisiera regalarmelo a mi mi misma de navidad. Pero vivo en la patria entonces es duro marica. Estoy segura de que Rory se sintió alguna vez como yo, solo que no recuerdo en cual episodio.

Señal divina es tu momento, ¿debo o no debo cerrar este blog? Amo absolutamente esa canción de Pink So What, yo creo que entre esa y I don't care de FOB sobrevivo al postgrado. Marica soy demasiado stalker en la vida, why god why. Ella cree que yo no se que le caigo mal... que casualidad que me quisiera acorralar con el tema de mi tesis y luego con los ruidos de korotkoff... BITCH PLEASE. Pero hay cosas que me resbalan por la pendiente jabonosa, hay otras que son tan microscopicas que ni se notan al resbalarse. En fin, perra, gracias a ti ese día el se paró a defenderme  y yo... yo conclui una cosa: una docena de hijos para ti, amor, pero que tengan ese rubor natural y esa nariz tuya, esos pequeños detalles que yo adoro.

Este es el momento de mi noche en el que estoy metiendo todo tipo de musica cachonda bailable a mi iPod. O sea, Beyonce, yo quisiera poder hacer la magia de Beyonce. Ojala ella y Jay Z no se divorcien, me gusta esa pareja poderosa y exitosa. Quizás si tuviera un poquito mas de nalgas. Si, pensamiento random. ¿Por que existe Jersey Shore? O sea, como se puede ser tan puta en la vida para estar en ese programa. Si, otro pensamiento random.

Hay cosas que no puedo entender. Hay otras que el proceso de entenderlas solo me causa nauseas. Estoy en ese momento de la noche. Es este momento en el que respiro profundo y ya.

Sigo siendo obsesiva y posesiva. Christina Aguilera en su etapa cachonda hace emerger mi cachonda interna. Es mi disco preferida de ella, dirrrrrty! Grrr! Me gusta bailar esa canción, mi novio deberia bailarla conmigo alguna vez. De nuevo, me gusta la frase "mi novio".El video Dirrty es uno de mis preferidos del nuevo milenio, es como una orgia del Bronx. Y por ser el Bronx tiene estilo, no así la bombilla de petare, pues.

Este año he conocido gente chévere. Y he hecho cosas chéveres también. Me gusta mas el humo del cigarro. Ah voy a ser tia. Mi cosita de la titi, si este blog está abierto para cuando cumplas 16 y puedas leer esto, titi te ama desde ahorita. Pero quiero cerrar este blog. Y creo que eso haré.






lunes, septiembre 28

De Arenas.

Dicen que la lengua es el castigo del cuerpo... y yo ya perdí la cuenta de todas las veces en las que ese conglomerado muscular libre de piercings –por los momentos- le ha dado unos buenos latigazos al mío. “Mírala, luego de decir que más nunca volvía a Cumanacoa, llega el fin de semana y viaja para allá”, dijo mi mamá desconociendo que yo a lo lejos la escuchaba. Tenía razón, pero ¿qué se puede hacer cuando (re)conoces a una persona con quien te sientes alegre y cómoda día tras día y por cuya compañía perseguirías hasta el fin del mundo?

NADA, no se puede hacer nada más que perseguir la posibilidad de dar y recibir amor así ese "fin del mundo" se llame Arenas y este situado a 45 minutos de Cumaná. Es curioso que su fachada siempre llamo mi atención en los interminables viajes -por motivo de trabajo, especifíquese artículo 8- a Cumanacoa: en la ida el CDI, la bomba y la plaza eran el punto de referencia para terminar de maquillarme y empezar a prepararme psicológicamente para la faena hospitalaria del día. En la vuelta el -forever mismo- camión mal estacionado que producía el -forever mismo- ridículo embotellamiento me permitía detallar la perturbadora cúpula de la iglesia con tres palomas posando sobre ella. En más de una ocasión -una que otra inspirada por mi infinita curiosidad antropológica, otras por mis ínfulas de citadina- me pregunté ¿Cómo será vivir en una de esas casas?


Precisamente por eso -por lo de perseguir el amor, no por la curiosidad antropológica- cuando avisté aquel vestido aguamarina no dudé en comprarlo. Primero se endulzaba todo el océano del planeta antes de faltar a la fiesta de Dianita, su sobrina, a celebrarse por supuesto en Arenas, el pequeño Stars Hollow -escenario donde transcurre otro de mis objetos de culto, Gilmore Girls- de la geografía sucrense. No exagero al plantear esta comparación: la vida en Arenas transcurre en un escenario donde la plaza es epicentro de los encuentros fortuitos entre personajes como Miss Patty, Babette, La sra. Kim y Tylor y de la amplia variedad de festivales que ahí se celebran, tan peculiares como la subasta anual de cestas de picnic o el maratón de baile.

En cada una de mis visitas he tenido la dicha de vivirlo en carne propia. De caminar sus contadas calles, de conocer sus establecimientos icónicos, perderme entre las personas –con mi mejor (des)peinado y atuendo de (indi)gente- y sumergirme en sus tradiciones. Todo esto con el bonus de los mordaces comentarios del mejor guía turístico que pude encontrar. En este orden de ideas nunca olvidaré la celebración del día del niño cuando llenaron la plaza de piscinas inflables ni el día que caminamos –cual juancito trucupey- ebrios por la plaza o de aquella vez cuando nos tropezamos la señora que habla en español a pesar de su innegable raíz criolla. “Esa es la discoteca con piscina… la casa parroquial… la casa de la loca *inserte aquí no sé qué cosa*… mi casa… la casa de Cruz Carmen… la licorería de mis tíos/ptimos…” y así otras etiquetas encantadoras.

Todo pasa bajo un cielo encapotado que precede a rápidas tempestades en las tardes y espesas neblinas por la mañana. De realismo mágico lo catalogo, el cual persiste en su casa donde un árbol de taparas adorna el patio desde el cual puedes visualizar montañas y escuchar el adorable –que me recordó tiempos mejores de mi casa- cantar de los sapitos. Con varias mecedoras donde escuchas toda clase de historias, miras los primeros pasos de una bebé y sientes el calor de una familia que se siente a desayunar junta. Elementos mágicos que son percibidos por todos como parte de la normalidad, como por ejemplo…

“Santo, santo, santo es el señor, Dios del universo. Llenos están el cielo y la tierra, de tu gloria, ¡Hosanna!”

No modifico con frecuencia el sonido del despertador –por no decir nunca. No me parece inteligente relacionar el desdichado momento de despertar obligado por una música o tono diferente, digamos, cada cierto número de semanas. Menos inteligente si se trata de una canción que nos guste porque créanme que pasarán muchos años antes de reconciliarse con la misma. A pesar de esto he pasado por “en un racimo e’ banana yo dormía tranquilita” que cantaba mi mamá durante toda mi educación primaria, The Imperial March en la universidad y Rolling Tone ahora de residente de pediatría. Lo que no imaginé fue despertar con ese cántico católico cada domingo a las 8:00 am… en Arenas. Seguido de:

“Te voy a matar… cállate… te odio”

Que entra por la ventana cada cierto número de veces al día, exclamados por la mejor vecina desquiciada que se puede tener en la vida.

Quizás son las personas que me han recibido con tanto cariño y simpatía. Los momentos tan sublimes vividos en la casa –con piscina y rio- escondida en Rio Caribe, a la que llegamos montados en la parte trasera de un camión con un cielo estrellado sobre nosotros que me hizo sentir como Sam en alguna escena de Las Ventajas De Ser Invisible. Las huidas rápidas cuando un tiroteo está por comenzar. Tate tiene razón. El pescado con arepa y ensalada las mañanas de domingo…

O simplemente, vivir todo eso a su lado es lo que alimenta mi deseo de volver recurrentemente a Arenas

A eso probablemente amor, le llaman.

domingo, mayo 24

De Conception.

“Y ahora voy tratando de evitar algo que me conmueva, hibernando como un animal en una cueva…”

Las personas se han vuelto desechables en mi vida, aunque intente proyectar en ellos que soy yo la desechada constantemente. Tras la repentina muerte de mi papá me he esforzado en aceptar que todos están de paso… y los que se quedan un poco más, de un día para otro escaparán. Prefiero no establecer vínculos afectivos con otro ser humano pues he perdido mi fe en las relaciones, en el apego, en los nexos. Intento prohibirme ser incondicional con los demás y me niego a gastar cariño en alguien que, de un momento a otro, me abandone, traicione o se convierta en una sombra que tape el sol. Soy la tía Robin, blanca, despeinada y rechoncha, empeñada en alcanzar el éxito profesional, entusiasta de los apartamentos tipo estudio y los perritos, sin ánimos de perpetuar la especie humana.

Hasta que un día algo –que en realidad es alguien- inspira a desconectar la energía del cercado eléctrico que protege mi alma –sistema límbico- y todo aquel discurso repleto de muchísima BULLSHIT es continuado tras cada punto por una excepción. Adiós Robin Scherbatsky, hola Bella Duermiente, Wendy, Jamie Sullivan, Katniss, Bella Swan, Hazel Grace, bienvenida de vuelta a la esperanza irremediable por recibir el corno francés azul, el beso que despierta de un letargo, el dedal, la estrella en el cielo, los trozos de pan, la inmortalidad, el último deseo…
.


Recientemente me sucedió una serendipia. Estaba tan concentrada en una búsqueda –mejor dicho, una persecución- sin el más mínimo sentido común –el menos común de los sentidos en lo que se refiere al sujeto en cuestión, yo- que me había convertido en una hipermétrope con lo que me rodeaba muy, muy de cerca. Y la verdad, no podría identificar un momento especifico cuando empecé a notar –y más que eso, sentir ternura por- la manera como pasa la mano por su nariz cuando tiene rinitis –al mejor estilo de un adicto al crack. A deleitarme con sus camisas, preferiblemente las oscuras. A voltear discretamente en su dirección para embriagarme de su aroma. A sentir un deseo desproporcionado cuando baila. A sonreír como la propia fan enamorada cuando expone sus concepcionadas y en ese orden de ideas a experimentar un irracional entusiasmo a las 7:00 am porque ahí va a estar él. A aceptar sus paroxismo de estrés tipo 5:00 de la mañana. A anhelar cada guardia juntos para dormirme en su pecho, protegida, llena de paz.

“I really really really really really really like you, and i want you, do you want me, do you want me too?”

Quizás fue en la casa de playa, la primera vez que me tendió su brazo y yo me dormí acurrucada a él. O en alguna de esas ocasiones cuando me tomó de la mano y yo sentí confort. Aunque el evento que considero más definitorio fue la tarde que almorzamos en ese restaurante donde el mesonero no quiso buscarle una cerveza a Felito… entonces, mientras esperábamos para pagar, el me abrazó y dijo: "¿a veces no te provoca estar así con alguien?”… si, pensé, contigo ahora y sin interrupciones por favor. Fue el detonante de todas las emociones que venían acumulándose. El propulsor a recostarme junto a el en esa ¿afrodisíaca hamaca? Y sentir la imperante necesidad de besarlo… pero no hacerlo y el domingo pasar el día…

“Ella tiene una foto mía y ya me la puedo imaginar lo que hace cuando está solita, pero no le voy a preguntar…”

Y tampoco me pregunten que pensaba al cometer el sacrilegio de citar un burdo reggeaton en mi blog. En fin, efectos colaterales –que acepto y disfruto culposamente- de mi postgrado.  

Me imagino que Angela del último trimestre del 2014 exclamaría –con su cara de obstinación crónica, por supuesto- un YOU GOT TO BE KIDDING ME, si me sentara a contarle sobre ese inesperado giro en la trama de sus emociones. Se quedaría –igual que algunos testigos- boquiabierta al escuchar los acontecimientos de las últimas noches, esos que yo, Angela del presente, reproduce con frecuencia. Pero definitivamente sufrirá un ataque de pánico cuando lea que:

No es un juego, no es echadera de broma, no me pareces -y cito esa proyección- un niño ni un “amiguito” más. Soy yo diciéndote sin ironías que me gustas –mucho- y adoraría la idea de… ¿crear algo –que no sea un embarazo precoz- contigo?


Porque, bien dijo Anna Scott en Nothing Hill,  

"...Solo soy una chica, parada frente a un chico, pidiéndole que la quiera..."

domingo, marzo 22

De nadaré hasta llegar.

De repente el neonato empezó a sangrar. Todo el día se había mantenido estable… hasta que cayó la noche –cuando los especialistas no contestan teléfono ni salen de sus casas. La hematemesis era imparable. ¿Quizás suene a locura… pero por qué no realizamos un lavado gástrico con adrenalina? Pregunté sin obtener una respuesta concreta. Sucede con frecuencia. Tanto la preferencia de los niños por descompensarse de noche, para muestra un lactante con edema pulmonar… como mis sugerencias de R1, ¿Por qué no le ponemos más furosemida? Está manejando buena tensión arterial y esa disnea no va a mejorar con otra cosa… totalmente ignoradas.

Me pregunto con frecuencia cómo lograré convertirme en pediatra. Especialmente hoy, este domingo desde donde avisto una semana laboral que iniciará mañana y finalizará el viernes… de la próxima semana. Sí, es difícil escapar de la ansiedad que ese hecho promueve, multiplicándose al infinito cuando recuerdo que formo parte de un postgrado cuya duración es 3 años con más de doscientas guardias en su haber.

Fue por esto que poco antes de iniciar mi postgrado, recordando los muchos mitos urbanos que escuché durante mi pregrado, inicié el proyecto “abrázate a tu condición de R1” en el cual aceptaba todo lo que implicaría esta nueva etapa de mi vida académica-profesional: mal dormir, mal comer, mal descansar, mal peinarse, mal horario, maltrato… en resumen, mal existir. Parecerme más a una comida fea y rancia que a un ser humano: grasosa como pastelito, oliendo a empanada y arrugándome cual pasa. Pero por sobre todo esto, asimilar que el “no sé” será el himno oficial del estatus “pediatra en formación”.

Entonces, han pasado varias semanas desde que comencé mi residencia en Pediatría y Puericultura. A lo largo de ellas he aprendido a vivir con esa desagradable viscosidad que cubre tu cuerpo tras 30 horas de trabajo continuo. También, a falta de agua –en un hospital que atiende los residentes de TODO un estado- he adquirido +20 de habilidad en asearme con toallitas húmedas y solución 0.9%. Y no menos importante, mi esfínter vesical ha ganado la mención honorifica en vencer el pánico escénico de orinar en el –HORROROSO- baño de residentes.

Sin embargo, el sentimiento de inutilidad, impericia e ignorancia pediátrica es algo que ni se manejar ni he logrado aminorar pese a mis esfuerzos, interpretando con frecuencia a un Joey Tribbiani femenino y puericultor: yo siguiendo la corriente a muchas personas que aparentan manejar con fluidez habilidades e información que absolutamente desconozco. Es por igual incómodo y desesperanzador, al punto de que se haya vuelto rutina sentir esta abrupta nausea existencial que de vez en cuando se refleja en lágrimas de sincera desesperación. No sé cómo podré con este postgrado, le confesé a mi mamá quien en pocas palabras me respondió:

Pudiendo, como con todo…

Poco creible cara de las 2:00 AM
Marzo me ha repetido incesantemente lo mismo: ten fe en ti misma. En tu infinita precaución al redactar ordenes médicas. En la paciencia para interrogar a la más descuidada madre. En tu buen humor incluso durante las situaciones más críticas. En tu decisión médica a la hora de hospitalizar. En tu sentido común que da brillantes ideas como la adrenalina –corroborada por mi R3 de guardia y posteriormente por varios estudios investigativos. En tus conocimientos, quizás no muy amplios pero si en crecimiento constante, bien consolidados como la furosemida que la intensivista si usó en grandes dosis. En tu cariño hacia los pacienticos. En tus lucha por ser diferente. En tu habilidad de no ver neumonía en el lóbulo de Totem. En tu principio de hacer lo mejor por el paciente, incluso si debes correr el riesgo de que un superior te regañe, tendrás la seguridad de haber hecho lo correcto. En tu fuerza de voluntad. En todo lo que estas capacitada para lograr.

Frecuentemente me repito que el tiempo pasa rápido. Que en un parpadear habré superado todos los semestrales y seminarios generales, presentaré mi trabajo investigativo y estaré llenando solicitudes para iniciar mi segunda especialidad que hasta los momentos –y desde hace un buen rato- promete ser hematología… y si la vida, el calentamiento global, el inepto de Maduro, mis antecedentes familiares de Alzheimer y el telisto de durazno me lo permiten, posteriormente obtener el título de la tercera especialidad, oncología.



Me pregunto con frecuencia cómo lograré convertirme en pediatra... supongo que de la misma manera que me convertí en médico... nadando hasta llegar.

lunes, enero 26

De la mujer que soy.

El año pasado me contagiaron varicela. Fue uno de mis pacientes de piso 9, un chamo rastafari al que llamábamos “Tego Calderon”. Llegó a la sala con una erupción costrosa en todo su cuerpo que por supuesto a los internistas –internistas al fin y al cabo- impresionaba cualquier número de enfermedades raras y espeluznantes excepto una vulgar “lechina” en fase costrosa con dermatitis secundaria a un bañito con “chinchamochina”. Recuerdo como si hubiese sido ayer cuando emitieron el diagnóstico definitivo; de ipso facto tuve un flashback a aquella mañana en la que cometí el terrible error de tomar asiento en una de sus sillas playeras. ¡¿Qué?! A mí no me ha dado varicela, dije presa del pánico. Ay doctora, y él se la pasa rascándose en esa silla, dijo alguien más.

Empecé a respetar al virus de la varicela zoster cuando la única vesícula localizada en mi flanco derecho, se había multiplicado a 5 en cuestión de horas. Es sorprendente la velocidad para reproducirse y deformarte al punto de lucir más como un monstruo mutante que como un humano. De invadir todas tus mucosas y producirte dolor… o casi dolor expresado en un enloquecedor prurito. Aparentar ser un perdedor… hasta que muestra su poder de causar complicaciones mortales. Sin embargo, lo que encuentro más fascinante sobre este virus es su periodo de latencia en el sistema nervioso. Hacer de nosotros una casa donde hibernará por meses, años o hasta que le dé la gana –si es que le da- de reactivarse y causarnos de nuevo enfermedad.

Así ha sido la historia natural del amor que siento por <él>. 9 años atrás entró a mi sistema vital y desde entonces ha experimentado idas y venidas, el frenesí más puro, la locura más descabellada y posteriormente el periodo de latencia… hasta reactivarse en la actualidad. Y tal como la neuralgia del trigémino o la neuritis intercostal, amarlo en silencio como lo hago cada día, duele al punto de la desesperación. Mirarlo y que el ya no me mire, hablarle y que <él> se esfuerce en ignorarme, desearlo y que él me repudie, eso… eso duele de manera aplastante.

Entonces hoy, reunidas en el cuarto de descanso que tenemos en neonatología, manteníamos conversaciones que giraban alrededor del respectivo eje estrogénico. Cada quien tuvo su turno para comentar sobre alguna trivialidad femenina, mujeres locas que conocemos y maridos/hombres perfectos. Más o menos ese fue el orden de ideas que precedió al siguiente argumento:  

El hombre perfecto debe ser una mezcla entre <gordito con diaforesis profusa que no nombraremos> y <él>… no se trata de entrenamiento, es que la mujer de <él> le plancha hasta los interiores, le prepara todas las comidas cuando está de guardia, está pendiente de <él>…

Y así un largo listado de atributos que “le otorgan” a la “lo que sea de <él>” la mención honorífica de “mujer perfecta”. En esta oportunidad la amargura que me causan los temas inherentes a él, especialmente el de su relación sentimental con la fulana perfecta, no fue disimulada. Mentalmente comencé a buscar entre mis virtudes alguna que me convirtiera en alguien considerable. No encontrar ninguna solo empeoró mi situación existencial.

Apenas cerré la puerta de mi alcoba comenzó mi monologo-pelea-máxima expresión de locura nata –denomínela como quiera- en la cual le expuse a un <él> imaginario que:

Yo no le cocino, lavo, plancho, limpio ni preparo viandas de comida a nadie. No me emociona la maternidad. No me la paso “pendiente” de nadie… porque YO SOY una mujer de espíritu libre -que no pretende rastrear a su hombre cada hora del día-,  médico, residente de un postgrado tan exigente como hermoso, ocupada en el estudio y esfuerzo infinito que amerita aprender a ser pediatra, una gran pediatra, que pueda pagarle a alguien para que se encargue de las labores domésticas para yo poder invertir mi contado tiempo libre en satisfacer mis necesidades de sueño, alimentación, sexo -mucho sexo desenfrenado- y demás de la pirámide de Maslow.


No soy la mujer perfecta. Soy la mujer enamorada de ti que a su modo, cada día quisiera intentar hacerte el hombre más feliz. 

domingo, diciembre 28

De querida Angela.

Para: Angela del 01/01/13
De: Angela del 28/12/14

Querida Angela, no estoy segura de cual medio utilizaré para enviarte esta carta, pero espero que llegue a tiempo. Pensé que era buena idea prevenirte de algunos hechos que deberás enfrentar durante el 2013. Con “prevenirte” me refiero a bombardearte con unas cuantas noticias que, por si te lo preguntas, si van a despedazar tu alma. En este punto debe estar comenzando tu ataque de pánico, descuida, en el futuro –mi presente- te volverás tan sombría y distante que procesarás la información de un modo más cínico. Por eso me adelanto un año a responder la pregunta que deberías hacer y es no, no pretendo arruinarte los 364 días restantes, aunque eso será un efecto colateral de toda la información que emitiré.

Pronto, en algún website barato leerás que  el año de la serpiente suele ser terrible, dramático y desestabilizador, cambiando el curso de la historia. Lo comprobarás en carne propia. Como dice Hector Torres en Caracas Muerde, el acento de la fatalidad no lo pone el sitio tanto como el momento en que suceden las cosas, precisamente tu 2013 estará caracterizado por una serie de eventos desafortunados que cambiaran tu vida para siempre. No te dejes engañar por la dulzura que destilará el primer semestre, ten por seguro que más tarde iniciarás una caída libre, sin paracaídas y en slow motion –que no amortiguará en lo más mínimo la colisión.

Por eso, disfruta la horrorosa descarga neurológica-autonómica la noche previa a tu primer día de trabajo. Relájate, tendrás un buen desempeño laboral, serás la suplente predilecta de todos los residentes y harás tantas guardias que reunirás lo suficiente para comprarte un celular nuevo. Uno inteligente, quizás un poco más que tú. Entregate a la frivolidad y conviértete en diva para tu acto de grado. Regocíjate en el tiempo que pasarás en el Hospital de Cumanacoa, ríe con tus compañeros de trabajo, saborea hasta el último grano del arroz con coco que te llevaran en las tardes lluviosas, agradece por cada nuevo ser humano que traerás al mundo y reparte simpatía y ocurrencias… un año más tarde, te enterarás que dejaste una huella –no una cicatriz- en muchas personas.


Procura memorizar todo lo que puedas de ti misma puesto que la muerte de nuestro papá marcará la línea divisoria entre lo que eres mientras lees y lo que serás cuando estés escribiendo estas mismas palabras. Será, a modo comparativo, tu “antes y después de Cristo”. No sé evolucionar es el término adecuado, por los momentos me limito a usar “mutar”, si, eso pasará, mutarás hasta la persona que eres hoy, sombría, desapegada y constantemente perdida. Con frecuencia no te reconocerás y la verdad, no te vas a acostumbrar al hecho de que eres alguien completamente diferente. 

Tus planes se verán dramáticamente modificados y esto es algo que te atormentará día tras día, incluyendo hoy. Sin embargo, -para mi fortuna- hallarás la manera de lidiar con los autoreproches sin hundirte en la desesperación propia de la situación. Si, nada está sucediendo como querías pero eso no implica que las decisiones a tomar durante la peor catástrofe de tu vida, no sean las correctas. Ten la certeza de que las mismas te llevarán a recorrer un camino distinto, pero muy provechoso. Repítete esto la mañana cuando la oncólogo que trató a tu papá intente desmoralizarte –y al hospital donde trabajarás en esa fecha- sonríe con la autosuficiencia de alguien que sabe forjar su porvenir -a diferencia de esa miserable

“… Le decía a tu mamá, que seguramente el 31 de diciembre no imaginaron que esto pasaría”

Comentará la recién conocida que les proporcionará techo temporal en Ciudad Guayana durante el último viaje que harán los 5. Tiene razón, es imposible concebir que dady morirá en el 2013. Mientras suenan las 12 campanadas que sentencian la partida del 2012 tus pensamientos se dividirán en los gratos recuerdos del año moribundo y en la lista de deseos que entregarás al año entrante. Nunca se te pasará por la mente que aprenderás a manejar con la bomba de la dirección descompuesta. Que tu rural se convertirá en internado rotatorio. Que harás mercado y llegarás a conocer el costo de un kilo de tomate o de papas. Que ampliaras tu círculo de amistades. Que tendrás encuentros fortuitos con un capítulo inconcluso de tu vida. Que te quedarás sin credo. Pero, por sobre todas estas cosas que te convertirás en una especie de superhéroe

 
Todo estará bien...
Te quiere, Angela del futuro.

P.D: queda claro que el hecho de escribirte el día de los inocentes, es la prueba mas fidedigna de que esto no es una broma.

viernes, diciembre 26

De cómo me porté durante el 2014.



Querido Papá Noel, en primer lugar nótese que te respeto lo suficiente para llamarte Noel y no Nicolás. Antes de pasar al punto principal de la presente, quiero aprovechar algunas líneas para filosofar sobre la relatividad de las cosas. ¿Acaso existe una verdad absoluta sobre el bien/lo bueno y el mal/lo malo? Considero, humildemente, que no. Toda acción y comportamiento está condicionada por el contexto en que surja y cada quien juzgará según criterio propio. En este sentido, con toda la objetividad que me caracteriza, quiero informarte que durante este año fui una niña muy buena –buena… medio buena… que está buena… que está medio buena… tu entiendes- y me porté muy bien –o no tan mal.

A conciencia, no probé tantas sustancias psicoactivas. Me embriagué un par –de docenas- de veces pero quiero aclarar que solo bastaban dos vasos de cualquier bebida alcohólica para alcanzar el estado de embriaguez y eso… eso habla a favor de mi hígado no alcohólico cuya maquinaria enzimática colapsa con facilidad por no estar acostumbrada a una rutina etílica. Si, también fumé marihuana… UNA SOLA VEZ y eso… eso tiene mérito porque la paz y felicidad que se sienten en cada nota es suficiente razón para legalizar aunque sea una cajita de porros al mes. En cuanto a mi dependencia por el Alivet tan solo duró una semana… o dos… porque necesitaba la clorfeniramina para combatir mi congestión nasal y más tarde el insomnio que trajo la depresión de esos días.

No me hice ningún tatuaje ni tampoco piercings… al menos no en esos lugares donde no pega el sol. El saldo total fue de dos perforaciones muy convencionales, realizadas por mi persona siguiendo un estricto régimen  de asepsia y antisepsia. No fueron planificadas, simplemente son el resultado de dos crisis emocionales que preferí no manejar automedicándome ansiolíticos ni antidepresivos -que hubiese ampliado el listado de sustancias psicoactivas ingeridas, pero no. En definitiva, esto no me califica dentro del top 10 de dignos representantes del arte corporal y eso es lo más relevante de este asunto. 

Fui una persona –más o menos- social… casi todo el año. Formé parte de un círculo de amistades muy bien acoplados: juntos nos taponamos las arterias con los ateromas de nuestros almuerzos y cenas no nutritivas; juntos nos salió lipa e iniciamos una rutina fitness que abandonamos a los pocos días; juntos cantamos en karaoke y nos emborrachamos hasta la inconciencia; juntos colapsamos en el proceso de recolectar/introducir los papeles para optar a los postgrados de nuestra preferencia; juntos cometimos delitos menores, faltamos al trabajo, inventamos historias fantásticas para encubrirnos y fingimos demencia; juntos superamos las crisis y enfrentamos los monstruos internos que nos afligían. Luego de esa descripción, creo que no  te parecerá tan mal el hecho de que –el zorro pierde el pelo pero no las mañas- un día me hastié y regresé a mi segura, bonita y cómoda burbuja asocial. 

Mientras un alto porcentaje de mis contactos de Facebook se convirtieron en padres, yo compré condones en dos oportunidades y usé pastillas anticonceptivas que agrandaron mis caderas con la importante finalidad de prevenir un embarazo precoz. El incidente de la prueba de embarazo, en mi mundo HCG beta cualitativa –que por cierto fue NEGATIVA-, estuvo motivado más por mi paranoia que por un retraso menstrual verdadero, así que no lo tomaremos en cuenta. También prefiero que ignoremos mi status de promiscua –de acuerdo a la definición de la OMS- adquirido durante el segundo semestre del año… no hay que exagerar, fueron dos personas, tampoco es que me convertí en Samantha Jones.

Siempre dije la verdad… o más bien lo que la gente necesitaba escuchar. Utilicé las dos técnicas de Joey Tribianni: a) Decir si a todo. ¿El paciente tiene Rx de hoy? . ¿Ya la hemoglobina está por encima de 10 mg/dl? ¡Por supuesto! ¿Puedes tener el preoperatorio listo para las 8:00am? ¡Claro! Lo importante era que mis pacientes –especialmente los que ameritaban los servicios de los mojoneados de cirugía de tórax- entraran en el plan de intervenciones, todo lo demás se podía solucionar con una amplia sonrisa, un momento Lupita Ferrer o un lavado de cerebro a mi especialista para que llegara antes de las 8:00am. B) La teoría del mapache. Marvy hoy voy a salir y no vendré a dormir, le decía a mi progenitora. ¿Y dónde te quedarás? Preguntaba ella con suspicacia. Yo improvisaba: un mapache nos invitó a su casa de playa, grande, 5 cuartos… o unos mapaches destruyeron los cauchos de todos los taxis en Macondo, ¿cómo me regreso así?… o es que el otro día regresaba a casa y un mapache intentó asaltarme y… cualquier cosa sonaba mejor que voy a dormir en casa de un hombre. Técnicamente, en dimensiones paralelas, todo esto es cierto ¿no?

No maldije ni vociferé groserías… no frente a otras personas. Tampoco ofendí a nadie… este mes. Ok, está bien, me declaro culpable por aplicarle el látigo de la indiferencia –hace dos días- a esa prima mía que me despreció durante la infancia-pubertad y ahora viene con el empeño hollywoodense de reconciliarnos. No guardo odio ni rencor en mi corazón… no desde la semana pasada cuando, un poquito pasada de tragos, escupí el ácido que corría por mis atrios y ventrículos a los seres que en primera instancia me lo inocularon. No fui racista ni clasista y a pesar de todas las provocaciones tampoco emití comentarios xenófobos frente al ecuatoriano ni la boliviana. No le eché el carro encima a mis motivos de ira, aunque si colisioné contra 3 micas de un carro mientras me estacionaba en retroceso, por el bien de todos hui de la escena. Pero si respeté semáforos en rojo, pasos peatonales y técnicamente no sobrepasé ningún límite de velocidad –yo nunca vi un anuncio tipo Velocidad Máxima 100 kms/h.   

Entré al postgrado de pediatría, gracias a mi perseverancia, horas de estudios y tres secretarias que movieron cielo y tierra para entregarme los documentos –con las respectivas correcciones, no entremos en detalles- para armar mi carpeta. Equipé mi biblioteca pediátrica… que no he usado en absoluto. Organicé mi habitación… durante 3 meses. Fui generosa… despilfarrando en ropa, zapatos, carteras, accesorios y libros en mi escapada a Caracas. Encontré nuevos objetos de culto: Natuchips, Te Listo de durazno y How I Met Your Mother. No robé… pero si hurté un par de tonterías. 

Tras leer todo mi recuento del 2014 y considerando que hoy es 26 de diciembre, descuida Papá Noel, algunas de las personas maravillosas que forman parte del elenco de mi vida ya se te adelantaron con la entrega de obsequios –Lengen ‘WAIT FOR IT’ dary- y yo… mientras compraba los regalos de mis seres queridos -y de un negro peludo a quien no sé si algún día le entregaré los suyos-, me premié por sobrevivir a un 2014 
young and wild.