viernes, junio 7

Del primer trimestre de mi artículo 8.



Graduarse de médico no es fácil, amerita horas interminables de estudio, grandes dosis de paciencia y un esfuerzo titánico que pocos estamos dispuestos a depositar a lo largo y ancho de 7 años. Por tanto, fracasar en el intento es una probabilidad nada desestimable, especialmente con las complicaciones que surgen durante el proceso, dígase gastritis, ojeras, arrugas acentuadas y por último -pero no menos importante- los trastornos mentales que ensombrecen cada ventaja de estudiar una carrera con tan alta renta existencial. A pesar de estos factores en contra, pude perseverar hasta alcanzar; no precisamente por poseer un espíritu fuerte –aunque si me rodean unos cuantos- pero si por aferrarme desde el principio –y más aun en los momentos de pobreza aguda que nos tocó experimentar- a la idea que me impulsó a estudiar medicina: la seguridad de conseguir empleo al culminar mis estudios universitarios.

Entonces cuando me gradué –o más específicamente, cuando la universidad me entregó mi carta de culminación dos meses antes de mi acto de grado- tuve que lidiar con la estrepitosa colisión entre mis planes de toda la vida y la realidad ni tan reciente de un país yugo de su peor crisis económica-social,
comprendiendo que incluso un médico –egresado de una universidad venezolana tradicional- estaba condenado a sufrir para encontrar un puesto digno de trabajo.

Desesperada por iniciar mi artículo 8 -un estatuto de la ley que obliga al médico a trabajar un año o dos en algún centro de salud público- y fiel a la condición de que esta etapa durara un año –y no dos como sucedería en un internado rotatorio- me mentalicé en aceptar la primera vacante en aparecer. Y eso hice tras recibir la llamada de una voz femenina avisándome que fui asignada en [Medical] Cake Mania, hospital rural tipo I situado en un pueblo a 45 minutos de Cumaná.

Centro de salud donde ocupo el puesto de médico rural desde el 1 de febrero del año en curso; algo difícil de olvidar pues a las 8:30 am de ese viernes, sin ningún tipo de preparación psicológica y con la única finalidad de buscar mi nuevo horario, fui obligada a trabajar con efecto inmediato -nada más y nada menos- en la sala de emergencia de aquel lugar. El D’OH! –de Homero Simpson- hizo eco en mi mente cuando recordé que mi estetoscopio y libreta de conductas médicas descansaban plácidamente sobre mi escritorio a 55 kilómetros de distancia… el Ha Ha -de Nelson- no se hizo esperar.
Tampoco el ataque de pánico que –de pana y todo- ha sido un enemigo recurrente –pero fugaz, mayoritariamente- durante mi primer trimestre de trabajo. Porque es inevitable, supongo, sentir una angustia capaz de dificultar la correcta oxigenación de tu cerebro cuando eres el único médico de guardia con el deber de atender –o hacer malabares entre: sala de emergencia, sala de parto, sala de observación y sala de hospitalización; algo particularmente complicado sobre todo en fechas festivas como los pasados carnavales en los que cuatro enfermeras, un paramédico, una ambulancia y yo tuvimos que enfrentar un accidente que nos repartió en la camilla, escritorio y piso 6 heridos graves.

Porque incluso llegar al trabajo puede ser un evento estresante gracias a los lugareños, dueños de las casas que bordean la carretera nacional convertida en sus patios de juegos y salas de fiestas personales, que deciden cerrar como modo de protesta por un servicio eléctrico deficiente –que se roban a través de guayas- teniendo yo que recibir la guardia a las 10 de la noche.

Tarde pero seguro a atender las emergencias bizarras, los no sabía que estaba embarazada y los enigmas médicos [fiebre de las montañas rocosas, situs inversus, tetralogía de Fallot] que pasan por la puerta del Medical Cake Mania donde al mejor estilo de Jill, intento arduamente ayudar al prójimo.

Status: primer trimestre de mi temporada como médico rural superada, varios bebés traídos al mundo, aprendizaje multiplicado. Seguimos en la lucha.

2 comentarios:

  1. Genial amor !!! Es fuerte, trabajas con las uñas, pero deja satisfacciones y aprendizajes :)

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