Por años he
intentado establecer el perfil psicológico de mi abuela y sin importar las
cualidades que intente sumarle y los defectos que me esfuerce en restarle, el
resultado suele ser una tendencia irreversible hacia algo indigno de imitar,
mucho menos de admirar. En resumidas cuentas y aunque no soy quien para juzgar
el modelo de vida de los demás, considero que mi abuela desperdició su
existencia.
Su vida ha sido
un triangulo cuyas tres puntas se definen por errores colosales, conductas
déspotas y batallas perdidas, especialmente esto último que analizándolo
fríamente fue el resultado constante de casi todas sus acciones; comenzando
desde su juventud, etapa en la cual mantuvo una relación sentimental con un
beisbolista ¿afrodescendiente? –para no decir oscuro como la noche- cuyos
problemas alcohólicos posiblemente databan desde entonces pero que ella decidió
ignorar -o convencerse de que lo haría cambiar- durante más o menos 5 años
hasta que el la llevó al altar.
Matrimonio tan
fugaz como esos que contraen las celebridades, durando tantos meses como les
fue necesario darse cuenta de que habían concebido un nuevo ser humano. Mi
mamá, el probable catalizador de las decisiones que tomaron mis abuelos, que
para serles sincera no están lo suficientemente claras, sin poder especificar
si fue mi abuelo quien decidió ir a comprar cigarrillos a la tienda de la
esquina o mi abuela quien empacó sus corotos y lo abandonó a él. Lo uno o lo
otro, el resultado final fue una mujer sola que pese a las circunstancias permitió
que ese feto se desarrollara y 9 meses después viniera al mundo.
Y es eso lo
único aplaudible en la vida de mi abuela, mi mamá. De resto, Ana Teresa –o “tiita” como le dicen
sus sobrinos… y los hijos de estos- fue una abusadora que utilizó a su indefensa
hija como pera de boxeo para descargar sus frustraciones, porque a fin de
cuentas, ella no buscaba amor como retribución a los muy básicos cuidados de
alimentación, salud o vestimenta que pudo otorgar a mi mamá; siendo su objetivo
principal vivir de su hija cuando esta ya pudiera mantenerla.
Con caprichos
incluidos, claro, razón por la cual anhelaba un yerno con apellido reconocido y
cuenta bancaria gorda, que complaciera sus antojos sobre los de su esposa,
requisitos –absurdos, por no decir más- que mi papá no cumplía. Entonces, sin
importarle las muchas virtudes de su yerno mi abuela decidió declararle la
guerra. Mal viento el que sembró, pues luego de resultar perdedora en esa batalla, tuvo que
lidiar con las tempestades que recogió.
Aun así nunca
aprendió de sus errores, buscando dentro de su repertorio cual repetir según el
contexto y la situación que vivía. De esa manera lo percibí a medida que crecí,
viendo sus acciones llenas de racismo, clasismo, humillación y en caso de hacer
una buena obra, esta siempre iba de la mano con el interés de recibir algo a
cambio. Razones que explican por qué nadie la ha querido, incluyéndome.
Veredicto regio,
lo sé, pero así como quito debo dar y en este caso es el agradecimiento por
permitirle nacer a su hija, convertida desde la década de los 80’s en mi madre,
quien desde niña quiso una muñeca bonita para jugar, cuidar y darle amor, exactamente
lo que ha hecho durante todos estos años de mi crianza. Mi mamá, mujer por la
que siento el más profundo amor.
Abuela, gracias
te doy por mi mamá, tu única y más maravillosa creación.
Es un post fuerte, amor, pero entiendo tus sentimientos :) Tiempo sin que escribieras algo por aquí !!!
ResponderEliminar