Faltando unas pocas horas para iniciar la última semana de esta rotación infernal –porque el infierno se llama gineco-obstetricia III plus higiene mental- decidí hacer una pequeña evasión a mis demasiadas obligaciones académicas; un poco de higiene mental, combatir la rutina hospitalaria, escapar del encierro casero y quizas, con algo de suerte, drenar alguna dosis de la ansiedad –alternada con síndrome depresivo- que últimamente ataca mis neurotransmisiones.
Aprovechando el mimetismo caraqueño con el que amaneció la ciudad hoy, me encaminé –literalmente- hacia uno de mis destinos preferidos: tiendas de canutillos, cintas, hilos, etc. En el camino pensaba que debería escribir acerca de los olores venezolanos, describiendo de primera en la lista a Puerto la Cruz.
Muchas personas que conozco coinciden en que cada calle de esta ciudad tiene olor a mier…coles por la tarde, pero para mí es mucho más que eso. En cada inspiración de aire dentro de los límites de la ciudad, usted le regala a su nervio olfatorio un popurrí de partículas odoríferas que van desde el perenne gas de la refinería –el cual esconde, cual complejo QRS a la repolirazación auricular, el olor a mar solo perceptible en el Paseo Colón-, pasando por el olor omnipresente a basura y diversos desechos, el aceite caliente y reutilizado friendo empanadas, hasta llegar a agua verde/negra estancada.
Todo eso lo pensé hasta que, en aquella tienda donde todo lo vendían al mayor –porque aparentemente el detal ha pasado de moda- decidí ver la hora:
10:13 am
En ese preciso instante el avión donde viajaba mi calma pasajera empezó a caer en picada, todo culpa de la tormenta Angustia que decidió arremeter con sus acostumbrados niveles de violencia. Entonces empezaron los nada atípicos pensamientos fatalistas, la ansiedad anticipatoria, la asfixia, la culpa, la desesperación, las ganas de huir y no menos importante, la irritabilidad y ganas de llorar. Catástrofe aérea que se ha convertido en el deja vu que afecta mi existencia múltiples veces diarias.
El viaje de los días por venir estará lleno de muchas turbulencias para mí, eso es un hecho.
El manejo y aterrizaje feliz de ese viaje, es la inquietud.
El hablar de los olores me hizo recordar "El Perfume", no sé si lo habrás leido ... Si no, te lo puedo llevar :)
ResponderEliminarSi lo he leido.
EliminarBuuu !!! Novio te lo iba a prestar :( La película la viste, amor ?
EliminarNo pude terminar de verla porque estaba mala, novio.
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