domingo, agosto 26

De que todos somos siameses emocionales.

He comprendido que mi fascinación hacia los siameses raya prácticamente en lo morboso y confieso que casi sin excepción, cuando me tropiezo con algún programa acerca de estos interesantes seres humanos, me reformulo la misma incomoda pregunta de siempre: ¿Y cómo hacen?; interrogante que engloba más específicamente: ¿cómo hacen para ir al baño, para dormir y, no menos importante, para masturbarse?

Sea cual sea la respuesta a esas interrogantes prefiero mantenerlas en un estado enigmático permanente. Si, definitivamente es mejor no averiguar –ni en esta, ni en mi siguiente vida- como se resuelve el existir cuando se está literalmente adherido a otra persona; mucho mas tomando en cuenta mis poco evolucionadas habilidades públicas -mención poceta-, las que me impiden –forever and always- alcanzar el mínimo de concentración requerido para hacer pi/pu en todo baño diferente al de mi vivienda.

La verdad es que la mayor parte del colectivo corre con la suerte de que un solo espermatozoide destaque por su gran rapidez flagelar, fecunde a un solo óvulo grandote y fin de la historia, cero inventos, nada de divisiones raras –e innecesarias- en los siguientes días ni –peor todavía- dos espermatozoides muy rápidos y dos óvulos bien desarrollados para implantar. Nos podemos dar el lujo de ser rey o reina en nuestra colonia uterina y, con tan poca edad, convertirnos en los dueños de nuestro loft amniótico.

Diariamente vamos desarrollándonos como seres solitarios e incluso ermitaños, cosa que nos permite alcanzar una relación perfecta con la deidad que nos nutre a través del cordón umbilical. Solitos nos preparamos para el gran día de venir al mundo, sin ayuda de nadie hacemos un montón de piruetas itraabdominales y con mucho estilo decidimos –sin pedirle permiso a nadie- cuánto tardaremos en salir –si es que quieren salir, porque algunos como que pensaran pasar su vejez ahí y es cuando empieza el “corre corre” para la cesárea.

Soberanos y soberbios hasta que la poca agudeza visual con la que nacemos nos permite detallar la cara de nuestro Dios –sinónimo f. “mami, marvy”-… Y SEÑORES, NOS HEMOS JODIDO… consolidado nuestro primer lazo afectivo, abrimos la puerta de nuestro corazón –sistema límbico- a los futuros siameses emocionales que formaran parte de nuestra vida.

La próxima semana se cumplirán dos años desde que encontré a MI siamés modalidad pareja. Apenas lo visualicé, lo estudié en cuestión y ya bien descrito busqué mi kit de cirugía menor: una buena sutura NO REABSORBIBLEpara que todos puedan verla por siempre a kilómetros de distancia- y las pinzas que utilicé para rafiar plano por plano, mi piel a su piel, mi corazón a su corazón y mi alma a su alma. Como siempre, cuando de suturar se trata, hice un trabajo impecable; de dos pasamos a uno, dependientes e inseparables…

Inseparables hasta que [insertar suspiro aquí]… por motivo del aniversario de sus padres, se vio en la –difícil, si claro- obligación de realizar un viaje familiar de dos semanas a otro país. 15 días de correos al amanecer y/o anochecer, intermitentes durante el día si el wi-fi -mi nebulizador/desfibrilador de esa etapa- tenía la cordialidad de aparecer. 360 largas horas de agonía, desesperación, amargura, angustia y un deja vu con, irónicamente, ciertos rasgo de fenómeno de aniversario.

Por lo tanto y valiéndome de mis derechos siameses establezco los siguientes estatutos:

Estatuto primero: mi siamés no realizará otro viaje SIN MI a un país que no sea Venezuela ni a zonas sin wi-fi o sin señal telefónica/celularistica venezolana. Moléstele a quien le moleste.

Estatuto segundo: se permitirá un máximo de 3 horas incomunicados, siempre y cuando estas sean previamente justificadas con un argumento substancial.

Estatuto tercero: HE DICHO.

5 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo con esos estatutos, amor ;) Beso para ti :* Y si, dos años :) Ha pasado rápido, amor :)

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  2. Ame esos estatutos XD


    Awww ya seran 2 años de aquel "Tengo algo que contarte pero todavia no" *.*

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