Ese martes, mi síndrome depresivo postvacacional se agudizaba en relación directamente proporcional al paso de las horas. En mi mente, no había lugar suficiente para los pensamientos reconfortante, pues mi capacidad evocadora se limitaba a: el sol penetrante, el calor agobiante y el –alérgeno- olor a refinería de Puerto la Cruz; los doctores bipolares, las cátedras interminables, las evaluaciones de otorrinolaringología, oftalmología, medicina del trabajo y sexología médica; el enigma del Chi Cuadrado y el curso de METADATO; el enero del año anterior y el trauma que causó en mi.
A pesar de todo eso, logré –forzadamente- empacar mis cositas, dormir casi 3 horas, y viajar de regreso a la ciudad que alberga mi casa de estudio –y mi casa tipo estudio. Lugar donde, pasados pocos minutos, reiniciaba mi repetitivo proceso de adaptación al mundo real vistiéndome presentable –no pijamas-, fingiendo tener colores –cuando gris es todo lo que hay…- y valiéndome de sonrisas sociales –mucho peor que la de los bebés- para enfrentar el primer conato de semana académica del año.
En el transcurso de 3 días, que en realidad fueron dos días y la mitad de otro, sucedieron varios acontecimientos resaltantes:
Acontecimiento #1: haciendo caso omiso de la cantidad de labores pendientes, decidí prestar ayuda a quien más lo necesitaba: dos desconocidas, estudiantes de 3er semestre de medicina, desahuciadas. No exagero, lo único que había escuchado acerca de esos dos seres fue el “una es la sobrina de mi amiga” exclamado por mi mamá, y la triste y común historia portocrucense de las cuales eran víctimas: dos estudiantes, inquilinas de unos sociópatas que deciden de la noche a la mañana, vender el apartamento donde vives, y botarte por las buenas… o por las malas.
Angela, tu has vivido esa situación, es tiempo de que retribuyas algo a la vida… y así controlé mi naturaleza ermitaña y perezosa por una hora aproximadamente, mostré el lugar donde vivo y… desocupado el tipo estudio debajo del mío, logré convencerlas de alquilárselo a mi arrendador; esto quiere decir que tengo vecinas nuevas y que quizás, podría dedicarme a corredora de bienes y raíces en algún momento del futuro.
Acontecimiento #2: no tuve exámenes, están pautados para mañana y si se lo preguntan, son casi las 3 de la tarde del domingo, y no he estudiado nada. Dios proveerá…
Acontecimiento #3:
Traducción: esta semana a punto de iniciarse, debo llevar mis papeles al departamento de ¿último año? Para que, la semana siguiente, ANGELA INSCRIBA SU INTERNADO ROTATORIO DE PREGRADO.
¿Emocionada? Si. ¿Aterrada? Más aun. Hay ciertos factores que amenazan la armonía de este internado rotatorio y, además, quieren dificultar mis planes soñados. Intentaré mantenerme cool y redactar en las próximas semanas los resultados de todo esto.
Deséenme suerte para que todo salga bien.
Todo saldrá bien amor !!! Y cuentas con mi apoyo para todo !!!
ResponderEliminarGracias bello :*
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