¿Hacer la masa de las hallacas?
Luego de un desayuno que me brindo toda la glucosa necesaria para llenarme de energía, empecé el arduo trabajo de amasar 3 kilogramos de harina pan. Amasar (suspiro), faena complicada con consecuencias poco agradables: la amenaza súbita de una tendinitis, un hematoma en el dorso de la mano derecha y, no menos importante, la pérdida de medio espíritu humano.
También dicen que según como quede la masa, te ira el próximo año.
Apenas mi mamá dijo aquella frase, mi vigoroso esfuerzo por obtener una masa sin grumos aumentó. En realidad, esa labor culinaria se convertía repentinamente en un microgramo del vigoroso esfuerzo que he llevado a cabo por obtener un 2012 NADA PARECIDO al 2011... finalizada la masa, con resultados que no develaré públicamente, fue momento de seguir con las actividades hallaquisiticas del dia, las cuales me funcionaron para reflexionar acerca de mi misma, mi personalidad, mis necesidades y sus consecuencias, asi como mis conclusiones que no llegaron sino un par de horas finalizado el hallacafest:
Soy una mujer complicada y eso no es un secreto para nadie. Todo lo quiero según un esquema mental secreto, el cual aspiro todos conozcan por adivinación. Soy una mujer con un ritmo propio. En esta autopista que llamamos vida, yo manejo a mi propia velocidad. No me agrada que me apuren los conductores acelerados, mucho menos que me quieran imponer sus peligrosas velocidades. Mi velocímetro oscila entre la viejita del escarabajo que no pasa de 10 y la mujer alterada que por pintarse los labios no sobrepasa de 40, porque de esta manera puedo pensar sin mucha niebla en mi cabeza.
Soy una mujer chapada a la antigua preocupada/interesada en aspectos de la vida que seguramente, muchos de mis análogos de generación pasan por alto. ¿Ejemplo? LAS TRADICIONES, si, esos patrones culturales que por filiación heredamos de nuestros antecesores y por valor transmitimos a nuestros sucesores.
Desarrollar una misma actividad que se repite en un lugar determinado a lo largo del tiempo, es importante en mi vida. Tener un pedacito de algo que esperar anhelante durante cada día del año, y emocionarme como niña cada vez que arriba, no tiene precio. ¿Inquebrantable? Si, a menos claro que se quieran exacerbar mis crisis emocionales normales, a niveles desorbitantes…
Es que cuando lo piensas, no hay nada más bonito –Y SAGRADO- que luego de tanto trabajar, sentarte a la mesa en familia y degustar el producto de tanto esfuerzo.
Y en esto, el deber debe alinearse con el ser, sin excepción.
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