martes, septiembre 6

De MRW y su servicio para arruinar sorpresas.

¡QUIERO DEMANDAR A MRW!

Porque todos sabemos muy bien que soy una mujer meticulosa; mi necesidad de controlar cada aspecto de mi vida es permanente, y aunque la mujercita inútil que quiso jugar a mi psicoanalista –en sesiones de 15 minutos- mostrara su disgusto ante esos rasgo míos, me siento orgullosa de tenerlos, e incluso pienso que gracias a ellos he sobrevivido en el mundo real [insertar aquí todo lo que respecta a mi carrera].

Valiéndome de antes mencionados atributos, empecé desde LA SEMANA PASADA a planear lo que sería una big surprise para MI caraqueño. En primer lugar debía despistarlo:

Te estoy preparando unas piedritas de la buena suerte, pero no puedo enviarlas hasta la próxima semana porque necesito de la luna para completar el ritual. Es una especie de arreglo que te estoy armando, pero necesito de la influencia lunar para terminarlo.

Ese cuento = crap, fue la mejor farsa que se me pudo ocurrir; su contenido estaba equilibrado: lo suficiente absurdo para captar la concentración de cualquier escéptico y lo suficiente ocurrente para considerarse un regalo posible de una persona pintoresca como yo. ¡Epa! no se equivoquen conmigo, no soy –ni seré- de esos “brujos modernos” que van a un bosque, se desnudan y empiezan a bailar y cantarle a la luna.

Mientras el quemaba neuronas pensando qué había tras la cortina de humo de su orientalita, yo buscaba los obsequios perfectos a través de llamadas telefónicas, tiendas de chucherías e incluso usando mis habilidades manuales. El tiempo intentaba alcanzarme pero yo apresuré la marcha hasta el domingo cuando envolví cada cosita… envolturas bastante “simpáticas” -como él supo decirme hoy- que a través de MRW envié a Caracas el lunes por la tarde.

Magnífico, pensé. La parte “A” del plan había sido completada y con gran éxito. Superada la tentación que representaba adelantar la confesión de mi sorpresa, trabajaría en la parte “B” de mi plan, controlar mi euforia hasta media mañana del martes, llamarlo, inventarle otra cortina de humo y enviar a su correo una foto de la factura de mi envio… sonaba perfecto… sonaba a ¡SORPRESA!

Pero – damn it, ¿por qué siempre un “pero”?- contra todo pronóstico, MRW se me adelantó. Era imposible prevenir aquel giro de la trama, es que incontables veces hablando via telefónica con recepcionistas maleducadas para preguntar si tu paquete ha llegado a la oficina no me permitieron tomar en cuenta la posibilidad de que, la susodicha empresa de envíos se pasara de eficiente JUSTAMENTE HOY, y llamaran a mi caraqueño para decirle

Tienes un paquete aquí…

La inocente yo contaba los minutos para dar mi sorpresa cuando mi buzon de entrada me aviso que tenia un correo nuevo:

Amor, ¿tú me enviaste algo por MRW?

Mi perplejidad no me permitió analizar la situación, mucho menos buscar respuestas a las preguntas que ahora retumbaban en mi cabeza ¿En qué me equivoqué ¿Cómo se dio cuenta? ¿Acaso no fui cuidadosa? Tan solo minutos después entendí que lo hice bien, pero no conté con el ¿nuevo servicio? arruinador de sorpresas que MRW le brinda a su distinguida clientela...

Que tenga un buen día, gracias por mostrar su preferencia a la hora de realizar sus envíos…

P.D: a pesar de… si fue una sorpresa…

No hay comentarios:

Publicar un comentario