jueves, agosto 18

De mi alterego. La Azotea. ELLA (parte 1).


Ser universitaria era sin lugar a dudas el principal catalizador de todos los trastornos mentales que me había autodiagnosticado en los último tiempos. Era ya mi 4to año en la carrera que me apasionaba desde toda la vida, la psicología, lo que me otorgaba base suficiente para afirmar que, según el dsm-iv, yo podía estar sufriendo crisis de ansiedad, tendencia a la depresión, rasgos de psicosis con un enfoque profundo en la memoria y una personalidad que se paseaba entre lo evitativo, lo obsesivo-compulsivo, lo paranoico y claro, lo histriónico.
Llegaba a esta ciudad húmeda y tan solo pasados unos pocos días empecé a sentir una muy pesada presión sobre mis hombros, responsabilidades le dicen, siendo ese el motivo de búsqueda por un refugio a dónde acudir en mis días más oscuros. Así encontré la azotea de mi edificio, la que se convirtió en el espacio ideal para oxigenar mis pensamientos más oscuros y sentir la libertad de la vida cuando el departamento que rentaba en aquel sitio, se volvía tan pequeño que aplastaba todo mi ser… era un santuario espiritual donde yo tenía el control de todo, el cielo encima, el piso abajo. La brisa fría. Los murmullos lejanos. Yo.
El reloj de mi teléfono ya marcaba las 6:30am cuando abrí la puerta de la azotea. La ciudad aun no despertaba completamente a diferencia mía, que ya había tomado una ducha, vestido e ingerido mi desayuno para enfrentar otro inclemente día de mi existencia. Todo estaba calmado a mi alrededor, apenas unos pocos autos se dejaban escuchar entre el siseo de la brisa gélida que subyugaba a la ciudad y un cielo muy nublado amenazaba con una lluvia próxima…
Me había sumergido en mis pensamientos agradables puesto que los desagradables eran conservados exclusivamente para mis viajes en subterráneo, eran no más que activadores de hostilidad, mi mecanismo de defensa predilecto en situaciones de hacinamiento como lo era los vagones de esta ciudad; The Kooks a través de mi tímpano me facilitaba imaginar un mundo perfecto donde yo no fuese tan caótica. Me esperanzaba con salir de aquel edificio y vivir una de esas aventuras solo posibles de encontrar en libros de grandes autores…
Ti tititi… ti ti… tititi
La alarma titilante y estridente de mi teléfono me señalaba que era hora de partir y adentrarme de Nuevo en el mundo real...

Escrito originalmente 10/07/2011

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