jueves, agosto 18

De semanas muy, muy largas...

El problema de las semanas largas es que duran mucho… ¡Pero qué filosófica estoy! Reflexiones tan profundas como la anteriormente escrita me acercan a alcanzar las frases ilustres del único e incomparable Manuel Rosales, nunca olvidaremos que “Si a mí me matan y me muero…” te pondremos barba postiza y de vestimenta una sábana blanca para darte un look socrático del siglo XXI.

El lunes iniciaba la semana al mejor estilo de cualquier político: Oh my dior, tengo una HATER! Y eso solo puede significar que estoy en la cúspide de mi vida, no solo tengo un grupo de personas que sienten agrado e incluso aprecio hacia mí, también me he convertido en la feliz acreedora de un bando anti-Angela, esto debido a mi elogiado seminario de pediatría, durante el cual se me ocurrió comentar para romper el hielo que seré concisa, es decir, no pasaré toda la vida hablándoles sobre Turara…

¿Quien se cree esa mujer? Es una loca, ¿Por qué hace un chiste de ese tipo para iniciar un seminario de pediatría? Que falta de respeto, yo no sé quien se cree la ridícula esa…

Según, esas fueron las palabras gritadas a todo pulmón por mi hater cuando vio pasar a una Angela que saturada de dos I N S O P O R T A B L E S seminarios sobre intoxicación pediátrica, se dirigía rápidamente hasta la salida del hospital con su mente fija en dos cosas: comida y comida.

El tercer día de la semana cristianamente hablando y segundo día acorde al calendario de mi vida (y al civil) fue todo Marte, demasiadas guerras personales que dejaron una sola persona con heridas graves: YO.

Somewhere between Miércoles y jueves, me encontraba 9 pisos sobre el nivel del mar en lo que transcurría como la última guardia de pediatría II en mi servicio pediátrico preferido: NEONATOLOGIA. Noche atareada realizando evoluciones y resúmenes de ingreso. Escuchando soplos cardiacos y roncus bilaterales. Acariciándole la pancita a dos neonatos simultáneamente para que se calmaran. Durmiendo literalmente doblada, por un tiempo no mayor de 3 horas, en un cuarto que parecía freezer. Mirando el amanecer desde el balcón al tiempo que le pedía a Dios… cantándole a un bebé sana si, sana sí, ya bebé, ya bebé hasta que se durmió.

Viernes de compartir pastelitos, jugo, torta, poemas y arruinar tan grato momento con:

Angelita, ¿hiciste el informe de medicina legal?

La pregunta retumbo en mi cerebro mientras miles de sinapsis traducían las implicaciones de aquello. Mi respuesta fue una negativa lógica ya que la misma persona que ahora me interrogaba, me había asegurado dos días atrás que la fecha de entrega del informe estaba pautada para el lunes –hoy – no para el viernes.

No… es para hoy Angelita.

El “Angelita” que siempre me ha desquiciado se sumó a la carencia total de paciencia que me caracteriza estos días. Tuve, en cuestión de minutos, fantasías Scrubs en las que mis manos estrangulaban sin clemencia su cuello. Sin embargo, la violencia no es mi manera de solucionar los problemas, preferí entrar en mi crisis de ausencia, convulsionando cerebralmente, y pensando en todas esas cosas que quería decir pero que mi amabilidad jamás me lo hubiesen permitido.

Sábado durante el cual era proclamada una decisión cuya consecuencia sería mi mundo derrumbándose. Un intento patético para revocarla fue mi reacción ante aquella acción, lo cual solo me convirtió en un ser más miserable. En ese estado existencial, le di la bienvenida al domingo, primer día cristianamente hablando –quiero aclarar que no soy atea, pero tampoco religiosa- de la segunda semana de agosto.

Se cierra el ciclo hoy lunes con una Angela totalmente destruida, desesperanzada y desolada. Viendo un panorama desértico y otra semana que promete ser más larga y dolorosa que la anterior.

Escrito originalmente 08/08/2011

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