jueves, agosto 18

De cómo ladrón que roba a ladrón...

Hola, soy Angela y soy cleptómana.

La cleptomanía como muchos saben, es un trastorno impulsivo que desata en la persona el deseo incontrolable de robar/hurtar, diferenciándose del ladrón ya que el cleptómano roba para satisfacer su impulso mental y no de otra naturaleza (hambre, pobreza, etc). Mi propia explicación psiquiátrica es suficiente para entender que mis supuestos episodios de cleptomanía, no han sido más que burdos y frívolos hurtos.

Durante mi infancia planeé dos “grandes estafas”. La primera la llevé a cabo en mi escuela durante la hora de receso. Mis Barbies, mejores amigas que perduran en la historia de mi vida, necesitaban un televisor, el cual encontré en el sacapuntas de una compañerita. Busqué una cómplice que la distrajera y muy segura de mi misma, fui hasta su cartuchera, la abrí, saqué el sacapuntas y lo metí en mi cartuchera.

La segunda gran estafa fue en una casa a la que asistía, en compañía de 15 niños más, a recibir clases de música. Un día, me dirigí sigilosa hasta la sala de estar donde, en una vitrina resaltaban dos hielocos que faltaban en mi colección. No dude ni un minuto, miré a los lados y rápidamente los tomé con mis pequeñas pero ágiles manos. Debía esconderlos bien y solo conocía un lugar para aquello: mi pantaleta –solo mi pantaleta, tampoco me convertí en una traficante que introduce objetos por orificios estrechos.

Aquellos inofensivos hechos no se repitieron, o al menos no recuerdo otro incidente durante el cual haya hurtado –no robado, hurto se diferencia de robo porque nadie te ve (Mariana, mi abogada, me lo explicó). Luego alcancé la adultez y aunque ya no me apodero de cosas que no son mías cuando visito casas ajenas –o sea nunca porque no me gusta visitar- de vez en cuando salgo del hospital con un scalp, gorro de quirófano, inyectadora o algo por el estilo dentro de mi bolso.

Seguramente, de llevarme a juicio, mi condena sería de unas cuantas semanas, si, es que siguiendo el sistema penal de mi país, se me sumarian los quebrantamientos a la ley (los hurtos) y luego al total de ellos se le restaría otra suma que reúna las benevolencias de mi vida. A mi favor emitiría que jamás he robado algo con gran valor monetario o sentimental, sin embargo, cuando la justicia terrenal no castiga tus delitos, el karma se encargará de cada uno de ellos:

¡ME HAN ROBADO!

Y lo digo con propiedad pues han cometido el retorcido crimen en mis propias narices. Me han despojado de un algo importante y valioso de mi vida, sin el cual ya no sé como funcionar. Prácticamente, he pasado de ser millonaria a estar en la peor de las bancarrotas. He pasado de tenerlo todo a tener todo a medias. Me han robado, como yo nunca robé…

Como el camino terreno está sembrado de espinas, Dios ha dado al hombre tres dones: la sonrisa, el sueño y la esperanza.
Kant

Ladrón, ladrón, devuélveme la esperanza, devuélveme la convicción en que todo será mejor.


Escrito originalmente 07/08/2011

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