Cuando Hugo Chávez se convirtió en
presidente de mi país yo era una niña. Tenía 9 años, estudiaba quinto grado de
primaria y mi mayor preocupación se concentraba en redecorar la cocina… de mi
casa de Barbie. Desde entonces transcurrieron 14 años durante los cuales me
transformé de púber a adolescente hasta convertirme en mujer. Estuve en
secundaria, me gradué de bachiller y dentro de pocas semanas seré médico
cirujano. Recibí un nuevo siglo y un nuevo milenio. Me mudé de ciudad. Conseguí
el amor de mi vida. Mi hermano se casó. Mi papá renunció a su trabajo. Mi mamá solicitó
su jubilación. Atendí partos. Suturé heridas. Me emborraché un par de veces. Bajé
de peso. Mi mejor amigo se mudó a Caracas. Mi otro mejor amigo se mudó a
Italia.
Todo experimentó una metamorfosis excepto
la presidencia de Venezuela que, 14 años después, persiste en las mal
gobernadoras manos de:
HUGO CHÁVEZ FRÍAS
Individuo que, durante más de la mitad de
mi existencia, ha sometido a mi país al más grande deterioro y retroceso de
toda su historia:
Fuimos
venezolanos hasta que nos dividieron en opositores y chavistas. El tricolor fue
vilmente fusilado por el rojo sangre. La pelona obtuvo la ciudadanía venezolana
y actualmente es celebridad de primera plana en todos los periódicos nacionales.
El miedo sustituyó a la decisión al mismo tiempo que la obligación se impuso
ante la espontaneidad. Nos transformamos en dueños de nuestros silencios para
no ser perseguidos políticos de nuestras palabras. Los lujos incluyeron los
alimentos de la cesta básica y los medicamentos de la receta médica. Los
ahorros de una vida se sustituyeron por los gastos de un día. La injusticia
inoculó frustración en nuestros corazones.
Y aunque la
desesperanza se convirtió en el monóxido de carbono que intoxica el alma de los
venezolanos, el anhelo de hacer realidad mis sueños dentro de mi país –y no en
uno ajeno- es lo que me motiva sin excepción a luchar por una patria mejor usando
la única arma que todos los venezolanos portamos por ordenanza constitucional:
el derecho al sufragio.
El evento
electoral a realizarse el 07 de octubre es decisivo y comprendiendo ese hecho,
la Universidad de Oriente emitió su decisión de iniciar actividades académicas
el 09 de octubre, permitiéndole a su población estudiantil ir a votar en paz. El
sentido común expresado por las autoridades de mi casa de estudio me sorprendió,
sin embargo no tanto como la insensatez manifestada por algunos de mis
compañeros ante tal dictamen.
Si bien algunos
rechazaban la resolución universitaria alegando una nada banal preocupación –no
poder formar parte de la graduación a celebrar en diciembre, probabilidad que a
mi también me afectaría- igualmente me sentí profundamente decepcionada de mis congéneres
y futuros colegas. Fue alarmante notar que algunos de mis compañeros prefieren
satisfacer sus caprichos antes de agregar su granito de arena en la construcción
de un futuro mejor para Venezuela, argumento que yo no comparto porque
¿De qué serviría
acelerar mi graduación de médico cirujano, cuando mi patria está cayéndose a
pedazos?
Por eso, en esta
oportunidad mi voto tendrá impreso el nombre de HENRIQUE CAPRILES RADONSKI. Y
no precisamente porque no haya ninguna otra opción decente en el tarjetón electoral
–que en realidad no la hay- sino porque este flaco ha demostrado ser el líder
que tanto necesitamos. Capriles se ha valido de 3 meses y de un estado físico envidiable
para mostrarnos su inteligencia, organización, humildad, valentía e infinidad
de ideas cuyo propósito es resucitar a nuestro país; mas que un hombre, es la luz al final del túnel lleno de miseria en
el que estamos atrapados hace 14 años.
Entonces, el 07 de
octubre despertaré pensando lo tanto que amo a mi pais, a mi familia, a mi
novio y a mí misma. Lo tanto que amo a mi carrera y atender a mis pacientes. Lo
tanto que amo ese aroma costero de Cumaná y ver en Caracas al imponente Avila
desnudarse durante el día y acobijarse con las nubes de noche. Lo tanto que amo
comer arepas, tomar leche, hacer tortas de frescolita y merendar cocosette. Lo
tanto que amo nuestras ironías, como esa de ser el quinto país mas feliz del
mundo incluso hundiéndonos en la miseria. Lo tanto que amo a mi virgencita del
Valle. Lo tanto que amo las navidades venezolanas. Lo tanto que amo a los hijos
que mi novio y yo hemos concebido en nuestras mentes y corazones. Y lo tanto
que amo pensar en que ellos disfruten sin miedo mi hermosa Venezuela.
El domingo yo
votaré pensando en que todo puede ser mejor...
BUENAS NOCHES Y
BUENA SUERTE VENEZUELA.
P.D: esa canción me parece ideal para este post. HIT THE ROAD CHÁVEZ, AND DON'T YOU COME BACK NO MORE, NO MORE, NO MORE, NO MORE.
Excelente post amor ... Todo lo que dices es cierto, ha pasado tanto tiempo de este gobierno, que muchos no conocieron (y otros no recordamos bien) algún gobierno que no sea el de este individuo que se va el domingo
ResponderEliminarY eso no puede ser posible. 14 años es suficiente tiempo para cumplir promesas y demasiado tiempo para mantenerse en el poder. Es hora de un cambio, amor.
EliminarMuy buen post Angela. Comparto contigo este pensamiento y además te Felicito por tu próxima titulación y por ser parte del cambio de esta Venezuela que tanto amas.
ResponderEliminarYo era un poco más grande que tu cuando este señor comenzó a reinar, lamentablemente es lo único que recuerdo, lo demás son vagos destello de lo que fuimos, de quienes gobernaban y de como lo hacían, pero si te soy sincera me siento ajena, aquí no fue donde yo crecí. Por eso votare y votare este donde este y todas la veces que sean necesarias.
Gracias Raquel por tomarte el tiempo de leer y comentar mi post, asi como de participar en mi blog.
EliminarSi, estoy esperando con muchas ansias ese título y quiero celebrarlo en un país en un pais con un nuevo amanecer. ¡Ya es hora!
Convicción como la que expresas es lo que necesita la gente del país, ejercer nuestro derecho al voto cuantas veces sean necesarias para escribir un mejor futuro.