domingo, abril 29

De jornadas pediatricas.


En mi carrera hay palabras que, con el paso de los años y el acumulado de experiencia, empiezan a instaurarte fobias severas; a continuación citaré algunos ejemplos: “ingreso” y si es pediátrico hasta la bilis se te revuelve; “oral” y “jurado” una precede a la otra y juntas esconden el mensaje subliminal “te van a decapitar”; “guardia” cuyo vocablo se agrava si se acompaña de “24 horas”; “jornada” lo que implica organización grupal –vamos mal- de un viajecito a la comunidad -pueblo desconocido y recóndito- a realizar actividades en pro de la salud –mínimo una fiestita- que te dejaran anergico –en mi pueblo: te sacaran la chicha.

Superada jornada número 1 y número 2 (parasitología y medicina tropical respectivamente), es hora de acompañar la cuenta regresiva de mi carrera como alumna de pregrado, realizando jornadas en cada una de las rotaciones por visitar. En esta oportunidad le correspondió a Pediatría III regalarme las anécdotas para compartir con ustedes en este post. 

Capítulo primero. El viaje. Quiero sentarme al lado de la ventana, me sentaré al lado de la ventana, me senté al lado de la ventana. Estos asientos para tres personas son tan incómodos, o quizás fueron diseñados para 3 personas con apariencia anoréxica como yo, mas no para la versatilidad humana que descansamos las nalgas en este lugar. Hay cola para salir de Barcelona, para variar. El hombre del autobús olvidó llenar el tanque de gasolina. ¿De dónde salió el sol, no estaba nublado hace 10 minutos? Nada, el sol me tiene arre… El sol no podrá contra mí, construiré una cortina-rancho con mi bata de médico. “Será que puedes quitar tu rancho, no me entra suficiente fresco”, estúpido monigote, no sabes decir los buenos días pero si sabes abrir la boca para molestar. Ahí está la redoma de Los Pájaros [MUTANTES], siento que voy a Caracas, pero no. Fíjate, los autobuses de la UDO pueden correr a más de 100 km/h. ¿La carretera no es demasiado angosta y curveada para correr a más de 100km/h? Ya no sé que me preocupa, si colisionar contra ¿una manada de burros salvajes? o que la alta velocidad empiece a desprender las piezas viejas y oxidadas del autobús, hecho que nos dejaría varados en el medio de NOWHERE. ¿A dónde se fue la costumbre de manejar por la derecha?, eh dude, el viaje no es a un pueblo en Inglaterra, you know. Huele a humo. Ah mira, ahí hay mucho humo para que huela mas humo. “Hay que tomarle una foto al cartel de Bienvenidos a Caigua” dice alguien. El autobús se para en medio de la carretera para que tomen la foto. Están tardando demasiado tomando la foto. ¿Solo yo recuerdo que estamos detenidos en medio de una carretera MUY angosta? Arrancamos. Llegamos.

Capitulo segundo. La exploración rápida. Una calle, angosta. La escuela. Una estatua de un indio. ¿Si ahí está la escuela, por qué seguimos andando? ¿Por qué no nos estacionamos aquí?. Un “Señor siga a la plaza” llega a mis oídos desde la parte delantera del autobús. ¿Seguir a la plaza?. La plaza está lejos de la escuela. Ellos no pretenderán que caminemos con el montón de corotos desde la plaza a la escuela, ¿o sí?. Un “Señor regrese a la escuela” llega a mis oídos desde la parte delantera del autobús. A esta gente le gusta el turismo radical y extremo, ¿solo yo he notado que las calles que rodean a la plaza son demasiado angostas para que un autobús de este tamaño ande paseando?. Toda mi concentración es direccionada a mis glúteos mayores, si a este bus le pasa algo no podré regresar a Puerto la Cruz temprano. ¡Lo logró!. De vuelta a la escuela. Esta escuela es más grande que todas las escuelas donde estudié allá en Cumaná. Es una escuela muy bonita. ¿Dónde vamos a pasar consulta?, no hay respuesta. Nadie les dijo a las madres que llevaran a sus niños enfermos. No habrá consulta, solo charlas preventivas. Como no soy necesaria, iré a pasear por el pueblo.

Capítulo tercero. Angela la mochilera. La estatua del indio que nos recibió, es nada más y nada menos que el señor Caigua. Es un pueblo agradable, está nublado y la gente es amable. La distribución no es de metrópolis, lo básico: la escuela, el ambulatorio, las casitas y una plaza. Alrededor de la plaza también lo básico: la iglesia, la policía y en cada cuadra una tasca. Por eso es que Venezuela está como está, una tasca por cuadra es demasiado deplorable. Una señora muy amable nos muestra el ambulatorio que estrenaran el sábado, es bonito, bien dotado y tiene una casita de descanso para los médicos, una casita con cocina, sala-comedor y dos habitaciones más un baño, también está amoblada hasta con DVD. “Nosotros no queremos aquí ningún MIC (médico integral comunitario), queremos médicos de la UDO”, solo un verdadero tarado desearía ser atendido por uno de esos intentos de médicos socialistas. Hay que volver a la escuela. 

Capítulo cuarto. La deportista. Según, aparecieron dos pacientes en la consulta, buscaban desesperadamente el peso, no lo encontraron. El peso andaba paseando por el pueblo conmigo, el también tiene derecho. Nos sentaremos a hablar con la infectologo pediatra. Nosotros no hablamos, ella habla con emoción de cuando era bebé y sus tíos la llevaban a los partidos de básquet. “Ellos me cuidaban, guardaban un tetero de leche, uno de agua, y me llevaban a los partidos”. Esa es la razón por la cual soy posesiva, necesito un postgrado que me deje cuidar a mis críos. ¿Cómo se les ocurre llevar a un bebé a un partido de básquet? MOTHER OF GOD, un bebé en un partido de básquet. No supero lo de un bebé en un partido de básquet. Ella habla de mil cosas más y yo sigo imaginándome un bebé en un partido de básquet. Nos dicen que ya podemos volver a Puerto la Cruz, y en mi mente sigue la imagen del bebé en un partido de básquet.
Capitulo quinto. La despedida. Un púber tiene un teléfono que reproduce a todo volumen la salsa más erotica-malandra que puede existir. Mi otorragia es inevitable. El púber se encorva y simula un bailecito pegado. Espero que las charlas de sexualidad y toda la cosa les haya enseñado algo. “¿Ya te vas?” pregunta un púber mientras me dirijo al autobús, una inocente yo responde que , “que te vaya bien mamita bella”. Definitivo, las charlas preventivas no controlaron efectivamente las hormonas desbordadas de estos eslabones perdidos entre la niñez y la adultez. 

2 comentarios:

  1. "Que te vaya bien mamita bella" ??? O.o Novia no me contó eso ... Definitivamente ese viaje fue una aventura :*

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    1. Jajaja, amor, era un tukky puber... nada comparado a novio hermoso!

      Lo fue :*

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