viernes, diciembre 30

Del 2011 Vólumen 1: lo que prefiero no recordar... tanto.

El pensadero de Dumbledore, objeto Harry Potteriano que proporcionó el nombre de este blog, es uno de los inventos mágicos más cautivadores de la saga. Siempre me pareció fascinante el concepto de tener un lugar, fuera de nuestro cuerpo, para guardar ciertos pensamientos. Un aparatico donde, por elección propia –contario a lo que sucedía en The Final Cut-, podamos drenar el exceso de recuerdos no gratos de evocar.

En líneas generales, el 2011 fue un año digno de almacenar en la neurona más recóndita y menos utilizada de mi hipocampo. La absurda frecuencia de eventos tóxicos para mi ser, es la verdadera razón por la que quisiera suprimir este complicado año de mi biografía mental, sin embargo, no sería lo correcto, porque como diría Jorge Santayana:

Los que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo

Mi vida no es un libro abierto –excepto para Daniel-, incluso en este pequeño lugar de la red reservado only for me, mi transparencia tiene sus límites. Por esta razón, en vez de especificar cada una de esas vivencias que quiero olvidar, he resuelto dividir en dos periodos mi 2011: 1) Flightplan 2) Justine.

Flightplan es una película cuya trama se centra en la búsqueda desesperada de una madre (Jodie Foster), por su hija dentro de un avión en pleno vuelo; los pasajeros alegan no haber visto ninguna niña y durante más de 80 minutos, etiquetan de loca a la mujer. Relativamente parecido inicié mi 2011, solo que el avión equivaldría a la vida pasando, yo interpretaría el papel de Jodie y, en vez de una búsqueda desesperada, concurriría una fijación hacia todos los aspectos cambiantes –no bienvenidos- que surgieron de la nada. Tuve que escuchar muchas veces “estás equivocada”, para que finalmente me concedieran lo que siempre fue mío: la razón.

Mi momento Justine –personaje de la película Melancholia- fue la consecuencia de las poco memorables vivencias del 2011. Si bien a mediados de enero estaba poseída por un alter ego borderline, apenas arribó el segundo semestre del año, la depresión rigió y las crisis se agudizaron. Y es que luego de tantas violaciones a mi alma, dejé de comer, estudiar y dormir bien. Una nueva oscura yo necesitaba cerrar las cortinas durante el día, arrastrar su sillón hasta el televisor, arroparse para apaciguar los escalofríos y vivir un trance que únicamente permitía cambiar compulsivamente los canales.

Tropezándome con algunas –muchas- personas que me acusaban de anoréxica, deprimida, demacrada y mucho más, elegí aislarme y vivir mi sufrimiento prácticamente sola.

***

Muchas veces me encuentro reflexionando la frase que una compañera de clases –a quien juzgué erróneamente- usó para tranquilizarme durante un momento de crisis –académica- momentánea:

Dios ayuda a los inocentes…

Aunque todavía me pregunto por qué merecía las grandes decepciones e ilusiones destruidas, las horribles pesadillas, el estrés postraumático, la ansiedad, desesperanza y desconfianza en el mundo, el miedo, el vacio, las profundas heridas y el dolor terrible que producen, Dios –el karma, la energía en la que creo o lo que sea- decidió apretarme con fuerza, pero no ahorcarme, y en un momento dado, la luz al final del túnel decidió aparecer, si bien tenue al principio, con ansias evidentes de crecer.

Simplemente soy una inocente que debía demostrarse a sí misma que a pesar de llamarse débil de alma, a la final, resulta ser la más fuerte de todos...

Decidí que esa es mi explicación para un 2011 bastante sádico con mi sistema límbico. También decidí estrecharte la mano 2011, meter dentro de tu maleta las malas experiencias del año y agradecerte por convertirme en una verdadera fighter.

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