Todos al nacer deberíamos adquirir por derecho irrevocable un “kit para la vida”, el cual reúna un montón de herramientas que definitivamente no encontraríamos en tiendas departamentales ni en los bazares chinos de Puerto la Cruz. En otras palabras, un cúmulo de utensilios que nos ayuden a sobrevivir a lo largo de ese movido viaje que se hace llamar vida.
Días como hoy, durante los que sobran preguntas e hipótesis y hay carencia de entendimiento y lógica, he llegado a la conclusión de que estos son los objetos que quiero en mi kit:
Borrador de memoria de Men in Black: porque hay recuerdos que se comportan como la “santa inquisición católica romana” haciendo uso de su repertorio de torturas barbáricas… si lo sabré yo el día de hoy cuando ciertos pensamientos revolotean con fuerte agitar de alas dentro de mi mente.
Veritaserum de Harry Potter: nada más y nada menos que vulgarmente hablando, una pócima de la verdad. Son necesarias unas pocas gotas para que todos los secretos de una persona salgan a la superficie. ¿Verdad que sería provechoso?
El reloj mágico de Bernardo: ¿Cuántas veces he pedido tener uno? Pero nunca llega el amable cartero que se lo entregó a Bernardo. El tiempo nunca es suficiente, pasa entre nosotros sin darnos cuenta dejando apenas la visión de su estela, cuyo significado es simple “ya es muy tarde para…”
El control de “Click”: Adam Sandler fue un burro utilizándolo en la película, yo le daría mejores utilidades como bajarle el volumen a esa gente que habla gritando, adelantando clases interminables e inservibles, poniendo pausa a esos momentos maravillosos. Si, así mismo.
La máquina del tiempo de DeLorean: made by el doc, porque si no es así no va a funcionar correctamente. Se dice que no debemos jugar con las arenas del tiempo, pero algunas veces surge la necesidad de hacer las cosas de una manera diferente para que así pueda dar resultados mejores.
Bonus: 3 Maldiciones Cruciatus (Harry Potter) a libre albedrío. Debemos tener presente que siempre encontraremos individuos –no son personas- que merecen aprender por las malas, que necesitan entender que sus actos dañinos tendrán consecuencias, que precisan asimilar el hecho de que la felicidad no se construye sobre la infelicidad de otros, que corresponde enseñarles la palabra RESPETO.
Condénenme a Azkaban, yo sé que tengo toda la razón.
Escrito originalmente 17/07/2011
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